No conozco a la Generación de Cristal. 

Empezamos la reflexión afirmándolo, no conocemos la Generación de Cristal. Este término utilizado para hacer referencia a las personas jóvenes, caracterizándolas por falta de tolerancia a la frustración y debilidad para afrontar las dificultades de la vida, es erróneo. Nosotras no conocemos a la Generación de Cristal, no creemos que exista.

Cuando hablamos con nuestras personas adultas, las más mayores, nos encontramos con que la juventud siempre ha sido objeto de críticas, da la sensación de que la idea de que ‘la juventud está echada a perder’, ha sido pronunciada el mismo número de veces durante el año pasado, que hace quince, veinte o treinta años. Podemos entenderlo en parte, si tenemos en cuenta que a medida que vamos creciendo y acomodándonos, vamos perdiendo también la cercanía con la realidad que viven las personas jóvenes.

Las inquietudes y la fuerza que tenemos cuando somos adolescentes, se va calmando cuando vamos construyéndonos como personas adultas y vamos dirigiendo esa fuerza hacia aquellos proyectos que nos emocionan, hacia aquello a lo que nos queremos dedicar en la vida. A veces es también una forma de canalizar la rabia, sobre todo sabemos de esto las personas que nos dedicamos a lo social, que estamos aquí porque algo dentro nos mueve y que gracias al trabajo hemos podido darle forma a todas esas emociones.

Cada parte del desarrollo vital tiene sus características y el cuerpo responde a lo que corresponde en cada momento. El tiempo hace que la rabia y la fuerza se canalicen y den paso a una actitud más calmada, reflexiva, racional y sosegada y vamos poco a poco apreciando lo que construimos y dedicándonos a ello, porque ya tenemos claro lo que queremos. Ahora bien, ¿qué pasa cuando la construcción de nuestro relato vital es interrumpida una y otra vez?

Hablamos de relato vital, como el relato que cuenta y narra la vida de cada persona. Aquí hacemos referencia a lo que puede suceder cuando la parte intencionada de la trayectoria vital de alguien, que sabe lo que quiere y lo que no, que se empeña, que trabaja y que dedica, fuerza, tiempo y energía a conseguirlo, se ve pausa e interrumpida de forma continuada. De esto sabe mucho nuestra gente joven. Saben de re-construir el relato vital cada cierto tiempo. De cerrar y abrir etapas, muchas veces de forma forzada, con toda la fuerza física y emocional que tanto los duelos como los comienzos implican.

Dentro de los frentes que hay que atender y tener en cuenta para poder construir tu vida, uno de los más inestables a día de hoy es el del ámbito formativo-laboral. La precariedad laboral, resumida en contratos temporales y con un salario que no alcanza para una independencia económica, lleva muchas veces a que dar pasos y progresar en tu proyecto vital sea lento y a veces desesperante.

Puede parecer una idea tal vez superficial o que reduce al ámbito económico, pero lo cierto es que la incertidumbre y las condiciones en las que a veces se mantienen los puestos de trabajo influyen a todos los ámbitos de la vida.

Inciden en la salud física directamente en forma de estrés, trastornos del sueño, contracturas musculares, cefaleas y somatizaciones.

Inciden en la salud psicológica y emocional ante la dificultad de vivir con un mínimo de tranquilidad y garantía de que el esfuerzo que estás haciendo, se verá recompensado.

Inciden en el ámbito social y familiar, con turnos que no respetan la conciliación, no solo familiar, si no personal. Impidiendo a veces mantener rutinas y hábitos de vida saludable.

A pesar de todo esto, vemos a una juventud que lo intenta, que se construye y que se moviliza para poder lograr esos proyectos vitales.

Miramos alrededor y conocemos a un montón de personas jóvenes, que no siempre habiendo recibido la mejor de las educaciones ni teniendo las mayores comodidades, se han reinventado una y otra vez, con cada cambio de trabajo.

Vemos personas jóvenes que han migrado, que no han parado de formarse, que ayudan en las responsabilidades familiares.

Que están implicadas en su entorno, que se deconstruyen el racismo, el machismo y la LGTBFobia.

Personas jóvenes que para nada pertenecen a la mal llamada Generación de Cristal, si no que conforman varias generaciones que están intentando por todos los medios construir sus proyectos y escribir el relato de vida que quieren.

Y nos parece de admirar.